jueves, 22 de julio de 2010

La soltería

Lo que a continuación leerán me llegó por correo electrónico, no tengo la referencia de quién lo escribió o de dónde originalmente viene, pero me pareció una reflexión muy interesante, la cual me ha puesto a pensar en eso qu estamos buscando los seres humanos. Cerca me siento de haberlo encontrado y eso me hace sentir muy bien!

Más de cuatro años de su vida gastaron María y Eduardo en un noviazgo
aparentemente feliz, que se acabó cuando terminaron la carrera que
estudiaron juntos. Fue como si hubieran agotado los temas de
conversación que tenían en la universidad, para entrar en una
competencia profesional que, lejos de dar trascendencia a su relación,
marcaba territorios incompatibles. Finalmente, Eduardo confesó que
cuando se dio cuenta de que su noviazgo le reclamaba mas formalidad,
tuvo miedo de continuar, porque necesitaba tiempo para saber si María
era la mujer con quien realmente deseaba pasar el resto de su vida.

Su caso es el de cada vez más parejas 'modernas' que huyen de la
responsabilidad como del demonio incluso cuando ya tienen todo
preparado para la boda.

Quizás no supieron nunca que el verdadero amor no se traduce en
'sentir bonito' cuando se esta frente a la pareja y que tampoco
significa: 'estar de acuerdo en todo lo que se hace', porque cuando
realmente se ama a alguien se adquiere el COMPROMISO MORAL de ayudarlo
respetuosamente a ser mejor, a que crezca como ser humano en todos los
aspectos.

Cuando los jóvenes sueñan con encontrar al príncipe azul o a la
súper-mujer para ser felices siempre, tendrán que plantearse con toda
seriedad si no están esquizofrénicos, porque un mundo así solo se dá
en las letras o en las telenovelas, donde navegamos a merced de la
imaginación del autor, pero no en el mundo, donde el Creador ha
dispuesto para los hombres la felicidad y el sufrimiento, los logros y
los fracasos, la aceptación y el rechazo, y la lucha constante y
permanente, desde que nacemos hasta que dejamos de respirar.

Hace poco llego a mis manos una información de Cimac, en la que Martha
Celia Herrera, psicoterapeuta del Centro de Interdisciplina
Conductuales, asegura que las mujeres aun hoy conservan la expectativa
de encontrar a un hombre maduro, productivo, estable, inteligente,
paternal, que cambie pañales, que las acompañe al pediatra, que sepa
preparar papillas que sea una excelente pareja, tierno, que externe
sus emociones, que no pida relaciones íntimas cuando ella está
enojada, que sea empático.

Ellos, entre tanto, buscan a la mujer de sus sueños: productiva,
inteligente, excelente anfitriona, que desee uno o dos hijos cuando el
lo decida, que no pida dinero, que sea autosuficiente, independiente y
autónoma, que colabore en la economía familiar y que cuide a los
niños, que lave, planche, cocine y tenga bien arreglada la casa,
además de que se dé tiempo para cuidar su apariencia, que siempre esté
súper delgada, que sea vea sexy, etc, etc.

La doctora Herrera dice que con la revolución sexual y el feminismo se
rompió el equilibrio tradicional entre el papel que correspondía a los
hombres y el que estaba destinado a las mujeres. Los varones se
asustan frente a las mujeres que compiten con ellos en su espacio
laboral y que a menudo están mas calificadas que ellos, y esa amenaza
a veces se extiende al campo sentimental. Influye también que se
dividieron los roles, pero nunca quedaron delineados. Ahora la mujer
tiene mas actividades que antes, porque debe estudiar, trabajar y
atender a su familia, hecho que resulta desconcertante para todos.

Las expectativas femeninas y las masculinas son irreales y poco
objetivas. Muchos ni siquiera son capaces de expresar lo que esperan
del otro. Yo no soy psicoterapeuta, pero se que en la vida nada es
mágico ni gratuito.

Los hombres y las mujeres hemos sido siempre los mismos, aunque las
circunstancias han cambiado y, en este renglón, no tan positivamente
como seria deseable. Hoy que todo sea fácil y desechable, pero eso no
es queremos posible en las personas. Nadie esta ya hecho; la vida
entera no nos alcanza a veces para irnos moldeando según nuestras
metas y proyectos.

De la misma manera dos seres inacabados, que tendrían que estar
conscientes de que van a esculpirse juntos durante toda la vida.
Anhelar un príncipe azul o una súper mujer junto a nosotros NO es un
PECADO, pero si puede llegar a convertirse en un obstáculo para ser
felices al lado de un ser humano de carne y hueso, con potencialidades
y miserias que, como nosotros, necesita comprensión y verdadero amor
para llegar a la excelencia poco a poco. Si hoy tantas relaciones se
rompen después de un tiempo de tratarse en su noviazgo, es
precisamente porque no estamos dispuestos a trabajar para forjar una
relación sana, sincera, basada en el verdadero amor, que no es solo
romanticismo, sino prueba constante de fidelidad, comunicación,
respeto y de humanidad.

Curiosamente, la doctora Herrera concluye que, mientras estudian
licenciaturas, maestrías y doctorados, hombres y mujeres no se dan
tiempo para 'habilitarse en pareja', para hablar de si mismos. Todo
eso se queda guardado y, cuando cumplen 30 años o más deciden tener un
compañero, suponen que, como por arte de magia, contarán con
habilidades que no desarrollaron, porque nunca se dieron tiempo para
hacerlo.

Para relacionarse con otra persona hay que estar dispuesto a negociar,
a manejar enojos, a discutir -no pelear- porque aunque existan puntos
de vista diferentes, es posible conseguir objetivos que satisfagan a
los dos, dice la doctora. Pero eso cuesta.

Quizás el problema radica en que nadie desea comprometerse a entablar
la lucha por lograrlo. Demasiado egoísmo. Diría yo. Cada día son más
las mujeres y hombres, profesionistas, independientes, inteligentes y
de éxito, que ven pasar los años sin encontrar pareja. Personas, de
todas las clases sociales se encuentran frente al mismo problema.

Son Solteros y Solteras, se han quedado atrapados(as) en un espacio
dentro de la sociedad actual, muy limitado en cuanto a diversiones y
actividades, y se les dificulta mucho encontrar personas en su misma
situación, ya no se diga para casarse, sino simplemente para
acompañarse y entablar una buena amistad.

Ya no existe la palabra 'solterón (a)' y su imagen ha cambiado 180
grados, ya no es el hombre o la mujer gris, amargada, vestido como
fraile o monja (según sea el caso); ahora son seres impecables,
atractivos(as), de muy buen carácter. Que van supliendo la juventud
con personalidad, desarrollo humano e intelectual.

Pero la soledad no es exclusiva de aquellas personas que son solteras,
hay mujeres que aun estando rodeadas de mucha gente llegan a sentirse
muy solas, y a sufrir de carencias afectivas.

También entre mujeres y hombres casadas(os), que comparten su vida con
su pareja, es frecuente encontrar 'solos(as) acompañados(as)'. Para
poder amar verdaderamente hay que renunciar a creer que ese
sentimiento es el fin de la soledad, y estar dispuestos a aceptar dos
soledades, la del otro y la propia. Y es que amor es confesar: Si, yo
te amo como tu eres... aunque no correspondas a mis sueños y a mis
esperanzas, Tu realidad me dá mucho mas regocijo que mis sueños...'

domingo, 18 de julio de 2010

¿El corazón o la razón?

Justo hace unos minutos conversaba sobre esta paradoja. Sí, creo que es una paradoja, pues depende de quien sos, así tus decisiones y tu vida será guiada más por el corazón o por la razón.

Yo siempre he pensado que la razón debe prevalecer en todo momento; sin embargo desde hace unos años, cuando tuve la bendición de ser madre y experimentar los sentimientos más profundos que nunca antes hubiera siquiera imaginado, me empecé a cuestionar sobre ese principio regente de mi vida.

Y es que hoy creo, que si bien uno debe ser centrado, razonable y certero en sus decisiones, no hay nada más delicioso que disfrutar de momentos en los cuales se deje uno llevar por completo por ese corazón ciego, torpe, ilusiorio.

En mi vida he cometido errores, tonteras, gracias a esos momentos de ilusioria creencia en el corazón. Y aunque muchos dijeran que eso me ha hecho aprender, me ha hecho crecer y madurar para no cometerlos de nuevo, debo confesar que los disfruté tanto que no me arrepiento de haber pasado por ellos. A fin de cuentas fueron momentos que gocé, momentos que viví.

¿Qué sería la vida sin las locuras momentáneas que te hacen perder la cabeza y simplemente saber que porque estás vivo podés hacerlas?

Si de confesiones se trata, en el fondo no creo ser una persona 100% razonable, aunque al final recurra a la razón, analice las cosas y tome decisiones en frío.... cómo me gustaría cometer unos cuantos errores más, sentirme viva más a menudo sólo por seguir a ese torpe corazón!

Claro, la vida misma te va poniendo imponiendo responsabilidades, las cuales también acepto con gusto. Solamente digo, de ahora en adelante, que le preguntaré un poco más a menudo a ese corazón antes de la decisión racional... para sopesar un poco la balanza.

Y a ustedes, qué tal? ¿Les puede más el corazón o la razón?