Mi familia resulta ser lo que llaman "peculiar". Somos muy pocos, contando abuelos, tíos, primos, en total llegamos a 11. Y aún siendo tan pocos, pocas veces nos reunimos. La reacción es un poco: "qué pereza tener visitas", "yo no quiero tener que cocinar", "mejor nos acostamos temprano".
Esta es mi tercer navidad con mi hija y a pesar que aún mantengo la ilusión de esa Navidad especial, en donde se llene la casa de gente querida, que se aprecie la comida elaborada y se haga una oración en conjunto.... Este año tomé la decisión de pasar una Navidad diferente. Mi Navidad fue con "mi" familia, es decir mi hija y yo. Sin ilusiones que no puedo alcanzar, sino disfrutando cada segundo con mi pequeño sol, que me hace sentir bendecida cada minuto que vivo.
Al despertar este 25 de diciembre, he sido la mujer más feliz, al ver la alegría de ella, saber que solas las dos somos familia y que no necesito de nada más para lograr mi sueño navideño.
Si algún día me espera unirme a una gran familia con quien alcanzar esa ilusión, bienvenida sea, pero por el momento con mi pequeña familia, me basta.